Todo comenzó el día 03 de marzo del 2009, a mis 41 años, siempre había sido una persona muy activa, en ese momento, contaba con un buen trabajo, mi familia compuesta por mi esposo, mis tres hijos, mi casa propia, acababa de comprar un carro, estudiaba en la Universidad y trabajaba para la iglesia los fines de semana ya que también me gusta cantar y tocaba guitarra.

En mi vida no podía pedirle más a la vida, todo marchaba excelente, según mi percepción, solo que no me había dado cuenta que cada vez me estaba llenando de muchas cosas sin tener tiempo para la persona más importante en mi vida, Yo. Y por otro lado había descuidado un poco a mis padres y la relación con mis hermanos. Claro tantas actividades, hicieron que mi cuerpo colapsara, que terminó en una Leucemia.

Días antes del 3 de marzo, me había estado sintiendo muy cansada y pensé que era por el nivel de estrés que manejaba, me comenzaron a pesar las piernas, entonces fui al médico, quién me mandó exámenes de sangre y me inyectó para aliviar la pesadez y el cansancio, eso fue en la mañana del viernes 28 de febrero, ese viernes en la tarde mi jefe me vio muy pálida y me dijo que mejor me fuera para la casa, ese fin de semana fui empeorando y terminé yendo a una clínica privada y según el doctor tenía vértigo, y me recetó y me incapacitó. El lunes me fui con mi hija a la Clínica Marcial Fallas, pero antes de llegar tuve un desmayo, de inmediato me hicieron los exámenes y al mediodía me trasladaron al Hospital San Juan de Dios, donde me dejaron internada para efectuarme los estudios, y de pasó me hicieron una transfusión de sangre que me hizo sentirme muy bien. Ese internamiento duró aproximadamente 15 días. Yo pensé en principio que eso iba a ser todo y me iban a mandar para mi casa para retomar mi vida normal, pero a los 15 días el Doctor Durán me paso a un cuarto y me comenzó a explicar los resultados de mis exámenes, cual fue mi sorpresa, el diagnostico había dado Leucemia y una semana después me dijeron el tipo de Leucemia. Después el Doctor Vázquez fue quién siguió con mi tratamiento, de ahí comenzó mi primer ciclo de quimioterapias, al principio no sentía nada, pero conforme fueron pasando las semanas se empiezan a ver los efectos secundarios como la caída del cabello, las náuseas, y uno piensa que eso pronto va a pasar, pero no, hubieron ciclos más fuertes, después siguieron unas inyecciones que al principio pensé que era mejor pero no me debilitaban y era ir al hospital todas las semanas y hacerse exámenes de sangre para ver si mi cuerpo podía recibir la quimio o había que esperar. Luego llegó otro ciclo que fueron 4 internamientos, con metrotexato, se suponían que eran solo 4 días, pero hubo uno en el que duré como 15 días porque se me metió una bacteria y me dio calentura, gracias a Dios al final salí bien. Y por último en el cuarto ciclo me dieron ya una quimioterapia menos fuerte y con un tratamiento de prednisolona en donde me tenía que tomar 40 pastillas por día e iban bajando la cantidad conforme pasaron las cuatro semanas, este tratamiento me debilitaba las piernas hasta el punto de quedarme casi sin caminar. Aparte de todo esto cada tres meses me hacían la punción lumbar que es un procedimiento que comúnmente se realiza para obtener muestras de líquido cefalorraquídeo con el fin de diagnosticar la propagación de la LLA al cerebro y la médula espinal. Bueno cuando salí de esto fue aproximadamente para diciembre del 2010, pudiendo incorporarme de nuevo a mi vida normal, pero cuando tenía 2 años en remisión como en junio del 2012 me apareció una pelotita en el cuello del lado derecho, me fui a revisar, el doctor me hizo una biopsia y para mi sorpresa la Leucemia había regresado, esta vez ya sabía lo que eso significaba y me dio tristeza porque sabía por lo que tenía que volver a pasar. Está vez tome homeopatía para aminorar los efectos secundarios de la quimioterapia lo cuál me ayudo mucho, siempre tuve el apoyo de mi familia principalmente de mi esposo que gracias a que en su trabajo se podía tomo una licencia para acompañarme a casi todas las citas y las sesiones de quimio. Cuando llegué al final de está segunda vez el doctor me dijo que en los exámenes aún me salían un 0.08 por ciento de células cancerosas, era muy poco pero el no se la podía jugar, entonces fue cuando me propuso que escogiera entre seguir con quimioterapia o un trasplante de médula ósea, le pregunté que posibilidades tenía y me dijo que 50%, pero que si todo resultaba pues también existía la posibilidad de curarme de la leucemia. Al final lo consulté con mi esposo y decidí hacerme el trasplante, era jugarme el todo por el todo. Se comenzaron a realizar los exámenes de compatibilidad con mis hermanos y mis dos hijos mayores y aunque salieron tres compatibles que era mi hermana menor y mis dos hijos, el doctor escogió al menor de mis dos hijos por ser el más joven que en ese momento tenía 18 años, bueno al principio el no quería porque le daba miedo, pero habló con el doctor y lo convenció explicándole porque era mejor que fuera él. Para ese momento todo este proceso me había enseñado muchas cosas entre ellas que la vida es corta y hay que disfrutar cada segundo, no desperdiciar ni un solo momento teniendo rencor contra alguien, que yo le había dado prioridad a cosas que no lo valían, que lo más importante era disfrutar de mi familia, y que había perdido preciosos momentos por quedarle bien a los demás. Antes de toda está experiencia yo tenía mucho miedo a la muerte, pero esto me había cambiado mi visión hacia la muerte entendiendo que es un paso por el cual todos debemos pasar y es parte de la vida. Bueno volviendo al trasplante este me lo programaron para el 18 de julio del 2013, todo empezó muy bien, pero a la semana empecé con mucha fiebre, y pasé muy grave por una semana, en ese momento no perdí la conciencia totalmente, pero sí perdí la noción del tiempo y creo que no comía mucho, yo había entrado al trasplante con 92 kilos y creo que por los tratamientos que te inflaman cálculo que llegué a unos 100 kilos, pero en esa semana la doctora había decidido que si mi médula no respondía me iban a entubar, pero gracias a las oraciones y a la fe de mi familia, amigos y hasta los enfermeros del área de trasplante ocurrió el milagro mi médula comenzó a levantar y todo fue mejorando, me pusieron diuréticos que me ayudaron a desinflamar, quedando con un peso de 77 kilos, el problema fue que esto ocurrió muy rápido e hizo que perdiera mucha masa muscular en poco tiempo, perdiendo fuerza en mis piernas, por lo que no podía caminar y esto no permitía que me dieran la salida del hospital, durando 4 meses internada, viendo donde entraban y salían del trasplante y yo seguía ahí, eso provocó en mí ya una depresión, porque quería volver a mi casa con mi familia, el doctor le dijo a mi esposo que la casa tenía que estar en óptimas condiciones para que yo regresará, cuando ya estuvo todo listo me dieron la salida el 14 de setiembre del 2013, yo me había internado más o menos a mediados del mes de junio.

Hasta este momento todo iba muy bien, poco a poco iba recuperándome, recibiendo terapia, pero más o menos en noviembre comencé a tener dolores muy fuertes en las piernas, cuando creía que todo había terminado esto me volvió para atrás porque eran dolores tan fuertes que no soportaba ningún roce. Me enviaron a la clínica del dolor, en donde me empezaron a medicar con tratamientos muy fuertes, entonces el doctor que en este momento era Fabián Jiménez de Hematología decidió internarme para hacerme cualquier cantidad de exámenes para verificar si la Leucemia había regresado, entre los exámenes que me hicieron, la clínica del dolor me envió uno que era para revisarme los nervios de las piernas, un examen que fue muy doloroso ya que son agujas que te ponen por distintos puntos de las piernas y como yo estaba tan sensible, fue muy fuerte. Pero al final la buena noticia es que la Leucemia no había vuelto pero la mala fue que mis nervios se habían dañado, esto había provocado que no me pudiera valer por mi misma, me tenían que bañar, mudar, etc. Y tenía que andar en silla de ruedas, se me dijo que seguro no iba a volver a caminar. Pero gracias a las terapias y a la fuerza de voluntad y el apoyo de mi familia, ahora al menos camino con andadera en la casa, y ya logró hacer algunas cosas en la casa como cocinar y asistirme en mis cosas personales, también volví a cantar y a tocar guitarra, si me tuve que pensionar ya que en estas condiciones no podía seguir trabajando, y por último el problema que me aqueja ahora es un desgaste en la cadera, consecuencia de los mismos tratamientos. Esto está en las manos de Dios yo ya le dejé todo en manos a él. A pesar de esto yo ya aprendí a vivir con esto, gracias a Dios, a las terapias y a los medicamentos me siento bien y disfruto cada momento. Definitivamente esto te hace ver la vida desde otra perspectiva, ya que en el camino ves muchos compañeros que están luchando igual que tú y te das cuenta que no estás solo, no importa tú clase social, si eres gordo o flaco, se eres bonito o feo, si eres joven o viejo. También te enseña a vivir el día a día, con ganas de seguir viviendo y con ganas de ayudar a otros que estén pasando por lo mismo, ya que solo los que hemos pasado por esto, sabemos lo que se siente. Y por último agradezco al Hospital San Juan de Dios porque sin ellos esto no hubiera sido posible, a los enfermeros y a los doctores que siempre luchan por cada uno de sus pacientes, dando parte de su vida para ayudar a otros y tratándonos súper bien para que este trago sea menos amargo. Todo tiene un propósito y si esto le ayuda a otro eso es suficiente para mí.


 

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